Tranquilidad Absoluta
Cuatro días de vacaciones son pocos, pocas horas, poco maltrato infantil, poco espionaje, pocos gustos.
Pero mis días fueron geniales y llenos de actividad con excepción de uno, donde me contagie psicológicamente de enfermedades ajenas y disfrute de mi cama todo el día.
El teléfono se escucho poco y a mi puerta nunca llegaron visitas indeseables.
Al menos no hasta la puerta de mi cuarto.
Disfrute de buena lectura, de rock en español viejito, de Mariana y sus largas pláticas y del aroma a suavitel en mi edredón, por supuesto su nueva fragancia.
Las rentas de películas no fueron la mejor opción.
Así como para Adán las nuevas bolitas de queso de Mcdonalds.
Pero la tranquilidad de salir de casa sin prisas, fue nuestra mejor aliada.
Porque eso de checar seguros y puertas de casa mil veces, conducir rápido, maldecir diez mas antes de llegar al trabajo, y sacarte la ceja en tu oficina, no da tranquilidad, ni es cómodo.
Ni nada fashion.
Aunque yo de fashion no tengo nada.
Bueno si, mi amiga Marina, bueno ella jura.
Y sí, adivinaron, ella tampoco me visito en estas vacaciones.
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