Rosas Vs Angelitas

Ayer, aprovechando que mi noche era tranquila, que mis deberes habían terminado y que mi familia ya se encontraba en cama, me prepare una rica malteada de chocolate hecha con Quick, para disfrutar mi lectura.
Abrí la alacena para encontrarme con la poca variedad de vasos y tazas con que cuento.
Me tope con mi taza, esa taza que nadie en casa toca y mucho menos se sirven nada en ella.
Y aunque se que tomar malteada en taza no se escucha bien, no concibo hacerlo de otra manera.

Esa manía la tome prestada de mi suegra, quien conserva su taza desde hace casi treinta años, la cual esta adornada con un ramillete de rosas rojas (sus favoritas) y su nombre impreso con letra muy visible y en color negro: Eva.

Viví con la familia de mi esposo siete años, en ese tiempo, pude verla saborear miles de bebidas, ya fueran frías o calientes todas ellas en su taza. Nada en otro vaso.
Le tiene un cariño muy especial y toda la familia lo sabemos, no hay cosa en esa casa que se respeta mas.
No alcanzaba a comprender porque tanto empeño en conservarla.
Así que, piensen en la gran responsabilidad que me tocaba cuando lavaba platos, me encomendaba a todos los santos y trataba de no lavarla con mucho jabón para evitar algún accidente. No me importaba que le quedaran restos, después los quitaba más tranquila sentadita con mi cepillo de dientes.

Al igual que sus hijos (seis) mis hijas también fueron educadas bajo la norma de “no la tocaras y no la usaras”
A veces me sorprende ver como la gente se educa mas con un par de gritos y varios manotazos que con palabras dulces y mi suegra en este aspecto es experta.

Me agradaba la idea de esa costumbre.
Así pues, con un par de manotazos y varios gritos al son de deja ahí!!! Me hice de la mía.

Esa gran taza donde puedo tomar varios gramos de café o de refresco de cola.

Esa misma la que tiene un par de angelitas que simbolizan a mis hijas, aunque de ángeles no tengan nada.
Esa mi fiel compañera.

Espero poder alcanzar el record de Eva, llevo con ella poco más de cuatro años.

Solo espero que al pasar los años si alguno de mis yernos (si llego a tener) es lindo y se ofrece a lavar platos, sean igual de respetuosos y cuidadosos, como la nuera de mi suegra.
Yo me daré ala tarea de que nunca me visiten con su cepillo dental.