Sin > y sin <

Tengo varias noches durmiendo sola. Me gusta la soledad, pero cuando esta se combina con tristeza, decepción, chocolate y dos unamol de 10 mg., puede llegar a convertirse en bomba. Igual y trato de llegar a casa y ocuparme. Me baño y me rasuro todos los días. Anteayer el colmo: me puse a hacerles una cola a todas y cada una de las muñecas de Mariana. Después metí a Chester. Se sorprende que lo deje entrar, le hago algunas advertencias apuntándolo con el dedo índice, se sienta, me mira y yo no puedo contra esa mirada, los dos corremos hacia el cuarto donde nos espera un capitulo mas de American Chopper. Mas tarde tiene que salir, hay líquidos de los que se tiene que deshacer y que no puede espacir en casa. Y la 171 vuelve a hacerme su presa, vuelve a atraparme con ese silencio y me hace sentir que mis decisiones nunca son acertadas, que la casa se siente fría, que se ve desabitada y en el aire se percibe un tenue olor a derrota. Desvió mi mirada. Doy un leve recorrido, luces apagadas, trastes limpios, estufa libre de ollas, ventanas cerradas, formaica limpia y un silencio desesperante. Después mi instinto me dirige hacia el refrigerador, lo veo y lo encuentro tapizados de dibujos, de monos cabezones, de mensajes bellos y de palabras para mami. Dos credenciales de la SEP bailotean con el poco aire que he dejado entrar, dos caritas sonrientes hay en ellas. Una mudando y la otra con la dentadura demasiado grande pero completa. Ellas se mueven, bailan para mí y con su suave vaivén me recuerdan que nunca he estado sola. Y a partir de esa noche todas las ventanas se quedan abiertas.