El jueves pasado salí tarde de trabajar. Ochotreinta. Había junta y tuve que atender a seis médicos necios y enfurecidos. Pero con mi encanto fingido todo salio bien, terminaron por despedirme a coro la bola de infelices con un: que descanse Señorita. Y eso ya es ganancia. Cansada, primer día de mestruacion, cólico y sin dinero, pero alguien necesitaba despabilarse un poco antes de partir hacia Tijuana, donde trataría de olvidar unas cuantas penas. Así que accedí. No hubo tiempo de cambiarse, así que partí con mi bello perfume sudor num. 44 y mi uniforme de aeromoza ese que cargue 11 horas entre humo, discusión, refrescos de dieta y galletas. Pero al llegar ala Barra todo cambia, todo se siente mejor. El tipo de la entrada nos dejo pasar rápidamente y yo sentí una leve nostalgia porque no me pidió mi credencial para votar, pero bue… es mi primer día. Conseguimos mesa hasta el fondo, lo cual no siempre es la más agradable: el humo del cigarro se estanca ahí y por lo general esta pegadita a los baños, lo cual tampoco es nada bello. Los hombres salen acomodándose los bajos y uno no es que quiera voltear, es que lo hacen frente a ti y ahí es cuando uno decide dejar el totopo con queso y tomar un largo trago a tu cerveza obscura. Me encontré con parte de mi pasado, parte de mi infancia, personas que tenia años sin ver. Gente que me conoció delgada, con un cuerpo más firme y sin tantas ojeras. Pero que ba! Estabamos en la Barra. Las dos mujeres que llegaron a esa mesa, esa noche, a esa hora ganaron mucho. Una piensa que gano aparte de un kilo más, una amiga que tienen mil cosas en común: parientes similares, actitudes parecidas y parejas complicadas. Pero las dos a su manera hacen, dicen, ríen, lloran y aman. Las dos se encuentran resignadas, es ahí donde saben que se necesitan, donde piensan que si alguna vez compartieron tiempos por quedar bien con alguien, hoy lo hacen por puro gusto y porque realmente lograron apreciarse. Las dos salieron de ahí, medio ebrias, cansadas, sin ganas de viajar, con cólico, con menos dinero, pero con la certeza de que ese jueves, esa bella noche del último mes de junio, ganaron mucho más que lo que pudieron haber perdido: una gran y bella amistad, que de segurito durara más y será mas honesta que las que algunas vez fueron sus parejas. Verda, Arlet?