Breve reseña del los festejos de una treintañera 1

Día: viernes: Lugar: La Barra, Poco antes de las nueve Anselmo nos esperaba. Solo, el inútil, sin apartar ni sillas, ni mesas: -Esta se acaba de ocupar, cuando menos pensé ya estaba todo lleno aquí… Y es que al Chemo uno le dice: como eres macana y en vez de enojarse, se ríe. -Como eres macana Chemo!! Anselmo ríe a carcajadas sin mover su trasero del banco. Busque mesa y encontré una de bolon pim pom. Le tiro señas al macana y le pido porfa me acarree mi bolsa, mi vaso y mi regalo pa la Sylvia, el acepta pues yo hice lo que el no pudo hacer en mas de una hora. Al sentarnos saque mi mini-domino y Claudia sus cartas, jugamos veintiuno y apostamos de a peso. Empecé con diez, Anselmo me pidió cinco, después saque veinte, y separe para lo del camión del día siguiente. Mal. Nada. Obtenía poco y me ganaban mucho. Ahora que lo pienso robar me dio mala suerte. Porque si, tengo que admitirlo, le robe unos cuantos pesos a mi amiga Betty, ¿porque? porque tenia que sobrevivir y porque no podía gastarme los ocho del camión. Así que entre volteada y viboreada que daba, mi brazo y mano se lanzaban veloces al son de aquí entre nos… y lograba obtener dos juegos más. Dos partidas pérdidas más. La noche fue buena, buenísima, así como la mesera que no paro toda la noche que coquetearle al marido de amiga, o ya no se si primero fue el o ella, pero algo hubo ahi. De todas maneras yo le dije a mi amiguita que no se enojara, pues atención buena, tuvimos. La noche se fue ligera, entre risas, carcajadas, robos express, aceitunas, quesitos, huevo con chorizo de Anselmo, 132 llamadas pérdidas que nunca existieron, cerveza obscura y sinceros abrazos a la medianoche. Mis treinta habían llegado: con salud, con buena compañía, con canciones para dolidos y despechados. Y yo, lo recibí igual,diferente pero igual, con la misma actitud que todos, en pantalones aguados y con las mismas malas mañas de toda mi vida. Esas que ni con treinta mas me haran cambiar ni tantito.