Una melodia para recordar

Recuerdo cuando estábamos juntos. Seguido me cantabas una canción. A manera de cura, una media rancherota, esa que dice: no, no te preocupes por mí, aquí todo sigue igual, como cuando estabas tuuuu… La entonabas, me mirabas de reojo, me reía, me burlaba, te daba un sopapo, me torcias la mano y al mismo tiempo te mordias la lengua y juntos festejábamos el chiste. Felices, sin pensar que esa seria una situación que al poco tiempo atravesaríamos. Ahora, después de casi tres meses, me pregunto: ¿Tu vida estará igual?, ¿te sentirás igual? Me imagino que escucharla ya no ha de ser tan agradable, ya no ha de provocar tanta risa. Conforme pasan los días, las dudas me asaltan. ¿Que harás? seguirás tomando licuado por la mañana. O si en realidad extrañaras mi avena, esa que decías que solo yo, la preparaba bien. Me pregunto si seguirás moviendo los pies al dormir y que demonios abrazaras para poder conciliar el sueño. Tal ves me este dando demasiada importancia, tal vez estés mejor: desayunando mas rico y durmiendo mas tranquilo, tal vez todo siga igual. Como lo anticipaste. En casa todo esta más o menos parecido, no como harina, he dejado el café, pero sigo paseándome en la casa en pijamas y durmiendo con calcetas de hombre. Pero el viernes, ese que era nuestro día, esa que era nuestra noche, para estar: solos, sin niñas, sin caricaturas, sin amigos, sin teléfono, cuando el cuello me dolia de tantas horas que durábamos abrazados, esas noches me voy. Salgo a donde mis amigos, familiares y el mismo viento me lleve, donde pueda reencontrarme un poco con la cordura. Porque estar en casa me asfixia y las paredes me ahorcan. Por mi lado, no hace falta que lo dudes y si lo piensas y deseas saberlo, sabes que si, que siempre me preocupare y pensare en ti. Aunque mis actos, gestos y reacciones digan lo contrario, sobretodo los días viernes.