Fuerte, pero flexible.

Por lo general amanezco de buen humor, eso si antes no me levanta el jardinero con su llamado estremecedor de: Doñaaaa!, Doñaaa!, pero comúnmente trato de estar de buenas, mas cuando abro la puerta del patio y chester me observa con alegría moviendo la cola. Si a eso yo le añado mi taza de café con crema, mis mañanas son encantadoras.
Pero.
(Siempre hay peros y peritos…)
Desde hace unas semanas, ni el café, ni el can, logran darme esa alegría extra, es decir si, pero no.
Osease, no completamente.

Antes nuestra salida hacia nuestras laborees cotidianas era alas 7:00 a.m., ni un minuto mas, ni un minuto menos, así lloviera o tronara. Pero ahora mi felicida requiere de diez minutos más. Y yo, busco excusas y pretextos baratos, los cuales me permitan disfrutar de su calida voz y sus suaves movimientos.
El 29 sospecha, lo intuye: que no es que yo quiera ganar tiempo, poniendo ropa a remojar, ni que desee checar, donde guarde este año los arreglos de navidad. Creo que el ya ve en mis ojos, que mi felicidad se complementa al ver al chico Maldonado en el televisor. Si, el manguito del yoga. Ese que se descubre el pecho despacito, ese que se dobla lindo y bonito.
Y yo, entrecierro los ojos, mientras escucho al tipo decir quedito: "estoy tratando de ser fuerte, pero ala vez, flexible".

Y el 29 me muestra su fuerza y flexibilidad… permitiéndome ser feliz a costillas de un leve retraso de diez minutos.