Canjeamos?
Mariana se fue el viernes a dormir conmigo. No porque me haya extrañado mucho o porque le hubiera nacido del alma, simplemente porque le dije: En casa te tengo una sorpresa. Y si algo mueve a mi pequeña enana, es el interés. De la casa de mi suegra, a mi casa, la menor me pregunto como treinta mil veces: ¿Que es lo que me tienes, ma? Anda dime, ¿que es? Oyes, dime ¿se come o se pone?, si es para comer no le daré a ¡nadie! ¿Con que letra empieza? Eee anda eh dime eee Al llegar a casa abro el congelador y saco una bolsa de pequeños chocolates, Mariana sonríe, corre y me abraza las dos piernas. Pienso: Por una bolsa de chocolates, es un gesto que no merezco. Cenamos, bailamos, nos bañamos, hago mis labores y Mariana detrás de mí. Ella es mi sombra a donde voy, ella va. Y mientras lleno la lavadora le pregunto: ¿Me amas?- Si Ma. Mientras le lavo sus rodillas prietas: ¿Me quieres nena? -Aja Ma. Al servirle su cena: ¿Me extrañabas? – Si ma, mucho. Y así se me va la noche, hasta que al estar acomodando la cama para acostarnos me advierte: - Oye Ma, Si te quiero, si te amo, te extrañe mucho, pensaba mucho en ti y todo, pero por favor déjame ver a gusto “mano a mano” y prometo abrazarte mientras duermes. Acepto el canje. Y entre la dicha (mi dicha) el cansancio ( nuestro cansancio) y el silencio nos creamos un mundo. Un mundo, donde ella es feliz comiendo chocolate viendo su programa preferido y donde yo disfruto de sus suaves dedos entremeterse en mi cabello, un mundo, una caricia, un intercambio que no merezco. |