Ella, con su canto, ya me lo habia advertido...
OH, Mama, no llores más por mí,
Pues me voy de campamento y
Mañana estoy aquí.
Con un kilo de salchichas, con un kilo de bombón
Cenare toda la noche entonando esta canción.
El miércoles pasado, la menor paso su primera noche fuera de casa, digo, no en casa de la Abuela, no en casa de la Tía, no en nuestra casa.
Mariana tuvo su primer campamento y los tres elementos restantes nos encargamos de ir a despedirla, de llenarla de besos (esos que no le pudimos dar en toda la noche o antes de acostarse), de mostrarle cual era su lonche, cual su cepillo de dientes y aconsejarle que no se acostara enseguida de Giovanna, la niña miona : Veras hermosa, ya se que es tu amiguita, pero aparte de que podrías amanecer mojada, pasaras frió, o bien si tanto quieres estar enseguida de ella, fabrica una valla, con su maleta y su almohada.
Mariana a todo me decía que si, volteando para todos lados, solo quería que su Papa, la mayor y yo termináramos por irnos y ella ser completamente libre. Libre de: No, no corras cerca de allá, de cuida la linterna, de telavas lo dientes, de haces pipi en cuanto te levantes.. Ella solo deseaba sentirse sin ataduras y poder disfrutar de su noche.
De una noche en donde después supe, reinaron los cantos, los bailes, los tesoros escondidos y las salchichas asadas.
Mariana por supuesto no tomo en cuenta mis recomendaciones, esta mañana al pasar a recogerla pude verla despertarse al oír mi voz, estaba enseguida de Giovanna, sin valla ni protección ni nada y su cepillo de dientes tirado.
Corrí a abrazarla y a darle los buenos días quedito en su oído derecho, ella me abrazo fuerte como si esas horas sin mi presencia y sin mis múltiples advertencias, hubieran bastado para que ella me extrañara lo suficiente y ahora me lo demostrara así, apretándome fuerte.
Pude sentirla, sentir cuanto me extraño, no nos importaron los demás padres, los demás niños, y mis recomendaciones quedaron en el olvido.
Nuestro abrazo dijo más que mil palabras, Mariana estaba feliz, completa y seca.
Pues me voy de campamento y
Mañana estoy aquí.
Con un kilo de salchichas, con un kilo de bombón
Cenare toda la noche entonando esta canción.
El miércoles pasado, la menor paso su primera noche fuera de casa, digo, no en casa de la Abuela, no en casa de la Tía, no en nuestra casa.
Mariana tuvo su primer campamento y los tres elementos restantes nos encargamos de ir a despedirla, de llenarla de besos (esos que no le pudimos dar en toda la noche o antes de acostarse), de mostrarle cual era su lonche, cual su cepillo de dientes y aconsejarle que no se acostara enseguida de Giovanna, la niña miona : Veras hermosa, ya se que es tu amiguita, pero aparte de que podrías amanecer mojada, pasaras frió, o bien si tanto quieres estar enseguida de ella, fabrica una valla, con su maleta y su almohada.
Mariana a todo me decía que si, volteando para todos lados, solo quería que su Papa, la mayor y yo termináramos por irnos y ella ser completamente libre. Libre de: No, no corras cerca de allá, de cuida la linterna, de telavas lo dientes, de haces pipi en cuanto te levantes.. Ella solo deseaba sentirse sin ataduras y poder disfrutar de su noche.
De una noche en donde después supe, reinaron los cantos, los bailes, los tesoros escondidos y las salchichas asadas.
Mariana por supuesto no tomo en cuenta mis recomendaciones, esta mañana al pasar a recogerla pude verla despertarse al oír mi voz, estaba enseguida de Giovanna, sin valla ni protección ni nada y su cepillo de dientes tirado.
Corrí a abrazarla y a darle los buenos días quedito en su oído derecho, ella me abrazo fuerte como si esas horas sin mi presencia y sin mis múltiples advertencias, hubieran bastado para que ella me extrañara lo suficiente y ahora me lo demostrara así, apretándome fuerte.
Pude sentirla, sentir cuanto me extraño, no nos importaron los demás padres, los demás niños, y mis recomendaciones quedaron en el olvido.
Nuestro abrazo dijo más que mil palabras, Mariana estaba feliz, completa y seca.