Muy pero muy seguido, extraño la colonia donde antes de casarme vivía.
Pasear por sus calles, los vecinos guapos, saludos por aquí, y aparte TODO nos quedaba cerca. Aparte creo que la extraño más, porque como fue el único lugar donde viví soltera, tal vez eso me trae tan buenos recuerdos.
En la Modelo todo mundo se conocía, era raro no saber de quien era esa casa, o mas raro aun, era que alguien no supiera que éramos hijos de la Bertha, la hermana de Alfredito, Alfredito el de la iglesia, que que iglesia pos la Santa Eduwigues, que cual es esa iglesia, pues la del Padre Torres, que cual Padre Torres, aquel que se pone pintas alas viejas del coro de las cinco, que cuales viejas del coro… y ahí si, es muy, pero muy raro que alguien no haya oído o les haya tocado escuchar la melodiosa voz de estas señoras.
Todos esos recuerdos felices llegaron ahora a mediodía a mi mente, cuando por la puerta de vidrio de mi actual trabajo, entra y me da las buenas tardes un tipo, al que en mi familia y por boca de mi madre lo apodábamos bellamente: El Pando.
Claro esta porque su postura,manera de caminar y sus baile de quebradita nos dio esa opción.
Inmediatamente di un paseo por mi casa quince años atrás, cuando yo era una peque de catorce.
De mi casa salían los apodos mas cómicos que he escuchado, todos poníamos un poco de nuestra parte y nos esmerábamos cada vez mas, claro este asunto se volvía un problema cuando ala hora de la hora los apodos eran para algún integrante de la familia, y se convertía en caos, cuando estos iban pal menor.
Pero bueno, volviendo alo otro, el chico este era hijo de Don Jorge, un tipo bien cómico que tiene una tienda que ahora claro, atienden sus hijos porque el hace rato que se petatio.
Don jorge era divertido, y todos los putos días hacia reuniones de viejos borrachos en su establecimiento.
A mí el tipo este, me caía bien, pero a mama le molestaban las reuniones y que el nos despachara el queso, tenia el mejor queso regional de la población, de eso no me cabe la menor duda:
-Meda un cuarto de queso Don Jorge- Mama me hacia señas desde antes de entrar para que no le pidiera na-da, si no me iba como en feria.
-Claro que si- Don Jorge era ligero, rápidamente dejaba a los borrachos a un lado y se levanta a atender a mama.
El tipo agarraba una bolsita trasparente y (ahí viene lo bueno) drrrrrrrrrrrrrd brrrrrrrrrrrr
Salivero.
Más Salivero.
Don Jorge le requetesoplaba a la bolsa, porque en aquel entonces también teníamos las bolsas mas pegadas de la población. El con sus soplidos y partículas de saliva lograba despegarla.
Y mama volteaba y me veía con cara de: otra vez este cabrón.
Salíamos no muy felices de la tienda, pero toda la cenita ya en conjunto nos hacia olvidar el tan desagradable incidente.
Lo que ahora no entiendo es porque nunca mi Madre le pidió a este imbecil que no hiciera eso, pero bueno, sus razones tendría tal vez eso le daba, ese rico sazón a nuestro frijolitos de la olla.
Y yo estoy piense y piense, acordándome de esos y de muchos pasajes de mi feliz infancia, y el ing. Juan, o el Pando como quieran llamarle, me mira, esta sentado frente a mí y se me queda mirando, y no precisamente porque este bien chula mas bien es como preguntándose donde diantres me había visto antes.
Me pregunta donde trabajaba antes y le contesto.
Después guardo silencio, podría ayudarle al inútil, porque es feo quedarse con la duda de algo, por lo menos a mi se me empieza a caer el pelo y me da comezón en el cuello.
Pero no, cruzo la pierna, le doy un trago a mi beocho, miro por la puerta de vidrio y me le quedo mirando a todos esos carros que pasan a mas de 80, sonrió. Juan me mira a de pensar que estoy loca.
No, no lo estoy, o tal vez si un poco, solo me encuentro disfrutando dos asuntos de los cuales el me recordo al llegar:
1.- Que te apodábamos el Pando y
2.- Que no te diré quien chingados soy, nomas por toditas las veces que tu Papa, le escupió a nuestro cuarto de queso.